Levantar una verdadera compañía de automoción requiere fábricas en las que, a poder ser, no se recorten los protocolos de seguridad para cumplir con los objetivos de producción, no sean definidas como un “caos” por sus propios operarios y que tampoco obligue al CEO a reconocer su error a la hora de “automatizar en exceso” la cadena de montaje. Y parece que, a base de tortas, Tesla va aprendiendo la lección.
Así podría entenderse el acuerdo que ha alcanzado hoy Elon Musk, CEO de la compañía (al menos mientras no triunfen las sucesivas intentonas de los accionistas de quitarle el poder tras 15 años en números rojos) con las autoridades chinas para construir una fábrica de automóviles en Shanghái, la primera planta que levantará Tesla fuera de Estados Unidos.
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La nueva planta permitirá a Tesla duplicar su capacidad actual de producción y, además, le servirá para seguir vendiendo a un coste razonable en el ingente mercado chino, después de que el gobierno asiático haya impuesto nuevos aranceles a la importación de estos vehículos en represalia a la guerra comercial que mantienen EEUU y China.
Tesla planea producir los primeros automóviles alrededor de dos años después de que comience la construcción de su fábrica de Shanghái, aumentando progresivamente esta capacidad hasta 500.000 vehículos al año unos dos o tres años más tarde. Eso supondría que estaría a la par de la producción anual planificada en la fábrica de Tesla en Fremont (California), si bien ésta nunca ha conseguido cumplir con sus previsiones…
*Fotografía de portada y apoyo de texto: Reuters